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La zona de Chacarita
(del quechua: chacrita) de los Colegiales, después de haber
pasado de manos de los jesuitas al Estado en el año 1767,
se convirtió en lugar de vacaciones y esparcimiento de los
colegiales provenientes del Colegio Nacional hasta el año
1871. En dicho año la fiebre amarilla azota a Buenos Aires
y diezma su población habilitándose por ese motivo,
en ese área, el Cementerio del Oeste.
En 1878 el presidente Nicolás Avellaneda se refugia en el
cuartel del Regimiento 1. de Caballería de Chacarita a mando
del coronel Campos tras el levantamiento en armas del gobernador
de la Provincia de Buenos Aires, Carlos Tejedor. De allí
se dirige con frecuencia a la zona de Belgrano, sede provisional
del Gobierno Nacional. Era zona de quintas, calles de tierra, donde
según notas de la época "reinaba una profunda
calma interrumpida, a veces, por el galopar de los caballos".
Se traba una estrecha relación entre el presidente Avellaneda,
su ministro de guerra Carlos Pellegrini, el coronel Campos y Ludovica
Barragán, cuyas secretas funciones de mecenas y musa inspiradora
nos son aún hoy desconocidas.
Lo que sí son conocidas son
las resultantes de los enfrentamientos entre las fuerzas leales
y las desleales. No nos explayaremos sobre esto.
Imposible evitar unir por distintas vías el barrio de Chacarita
de los Colegiales con la figura de Don Federico Lacroze (1838-1894),
pionero del transporte tranviario y ferroviario. Dicen las crónicas
de la época que el andar de los primeros tranvías
generaba tanto temor que se exigió la presencia de un jinete
que anunciase con una antelación de 30 metros sus llegadas
a cada bocacalle. Con el tiempo la gente se acostumbró y
se generaron así los primeros espectaculares choques como
el de un tranvía del Anglo-Argentino con otro del Lacroze
en la esquina de las hoy Av. Alvarez Thomas y F. Lacroze el 3/5/1913,
según revela una foto de la revista PBT, la cual no obstante
no revela el nombre del ganador. Los tranvías fueron febrilmente
usados durante la epidemia de 1871 para transportar a las víctimas
fatales y a sus deudos al Cementerio habiendo tres categorías
de sepelios, siendo uno gratuito.
En 'Caras y Caretas' del 26/01/1901,
hace un siglo, nos informamos que Don Santiago Temple había
ganado la concesión para el transporte de ferrocarril de
trocha angosta: "Para mayor solemnidad de la ceremonia inaugural
fueron invitados el Presidente de la República y los gobernadores
de Buenos Aires, Santa Fé y Córdoba". Según
relata Irina Taschenschrank, hoy colaboradora del Estudio de las
Artes y de los Oficios, su bisabuelo materno, Juan Mannimohr, quien
asistió a dicha ceremonia se ufanaba de cómo a bordo
del verde 'Lacroze' desplegaba su arte oratorio para con las damas
de la época, lo cual le hizo ganar no pocas, cachetadas.
Su primo hermano, José Dickopf, pudo desarrollar incansablemente
sus buenos oficios de mediador, con resultados descorazonadores
para los acompañantes de las damas abordadas, según
relata Irina de acuerdo a los entusiastas comentarios de su tía
abuela. A través de la misma fuente nos enteramos que su
bisabuelo contaba con orgullo el haber saludado varias veces a Don
José Hernández, el autor del Martín Fierro,
quien había comprado una quinta de considerables dimensiones
por la zona de Colegiales. Aseguraba además extraña
y enfáticamente que el poeta no se había inspirado
en su figura para su famosa obra.
Con respecto a la
finca que hoy da su espacio al Estudio de las Artes y de
los Oficios, debido al enorme desastre catastral nos es imposible
precisar con exactitud su fecha de construcción. Sí
estamos en condiciones de asegurar que fue vendida en 1917 por uno
de sus dueños a unas personas de su mismo apellido, lo cual
nos permite inferir bastante poco. También podemos asegurar
que alrededor de los años sesenta y pico del siglo pasado,
más precisamente 1969 fue adquirida por la familia Hoffmann,
uno de cuyos miembros, Don Werner, inventor y fabricante de juguetes
y creador junto al Padre Gardella del 'Día del Niño',
tuvo la fortuna de encontrarse con su nuera, la Dra. Susana, quien
después de no pocas discusiones logró que donara la
finca para lo que hoy es el Estudio de las Artes y de los Oficios.
Más seriamente.
Hoy, a 130 años de la terrible epidemia que destruyó
a parte de nuestra población, padecemos de otra 'fiebre amarilla':
aquella que aprovechando las circunstancias de poder obtener mano
de obra barata sumada al implacable avance tecnológico, produce
tanto enfermos de gozar tontamente de los 'gadgets' como enfermos
de desocupación. La apuesta del Estudio de las Artes y de
los Oficios es colaborar con inquietud, entusiasmo y perseverancia
en la sustentación, creación e invención de
los posibles remedios.
Nicolás Avellaneda, José Hernández,
Federico Lacroze, Carlos Pellegrini, Mietek Bekerman, maestro relojero,
Julio Sosa, cantor de tango, Sofía Bruellenwunder, cantante
de ópera, Guillermo Pirotte, maestro del fuego, Frank Brown,
el payaso de Buenos Aires, Werner Hoffmann, juguetero, que de distintas
maneras recorrieron estas calles, reciban nuestro humilde homenaje.
Fines de Enero del año 2001
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